VER o DESCUBRIR
Partiendo de sus intereses, de la realidad que viven, de lo que les afecta, de lo que expresan a través de juegos, con actividades o comportamientos especiales. Nos paramos a ver qué pasa a nuestro alrededor, qué hay detrás de cada cosa, de cada acontecimiento, lo que afecta a la vida de las personas.
Será el primer paso para que los/las niños/as se sitúen críticamente ante la realidad que les rodea.
Este Ver puede ser un hecho o situación que observemos, o algo que les preocupe, les inquiete... este momento debe ser especialmente dinámico, activo y participativo.
JUZGAR o REFLEXIONAR
La reflexión va íntimamente unida al descubrimiento. Reflexionar es pararnos a ver los sentimientos que produce en cada uno de nosotros y en los demás. Supone tomar una postura ante lo que vemos, personal y de grupo, pero será una toma de postura nacida del intercambio de opiniones, teniendo como referencia los valores evangélicos.
Supone un encuentro con Jesús; esto hará que la acción tenga luego un contenido y un sentido cristiano y evangelizador. Nos ha de ayudar a que surja nuestra inquietud.
El modo de reflexionar de los/las niños/as es, a veces, muy sencillo y simple; lo importante es que se haga, aunque utilizando medios y técnicas adecuados a su edad. No obstante, no nos podemos quedar en un simple captar los problemas o situaciones que afectan a los/las chavales/as; es necesario tomar conciencia de ello.
Hay que tener en cuenta que los/las niños/as “emiten juicios” muy rápidamente y la mayoría de las veces influenciados por los valores del medio que les rodea. Pero el/la niño/a es “sensible” a otros valores “mejores y más humanos”... Aquí es donde debemos ayudarle a descubrir los valores de Jesús, es el momento de encontrar unas referencias en el Evangelio.
ACTUAR o TRANSFORMAR
Desde lo que han descubierto y a la luz del Evangelio, los/las niños/as son capaces, personalmente y en equipo, de darse cuenta de lo que pueden hacer para transformar la realidad.
La acción transformadora debe ir encaminada a:
Por tanto, la acción transformadora será todo aquello que el equipo de niños/as vive y hace de cara a la transformación del ambiente que vive.
Toda acción, para que sea educativa, debe ser revisada, bien una vez realizada, bien a lo largo de la misma acción.
CELEBRAR
Puesto que evangelizar está en el trasfondo de todo el proceso, de toda nuestra tarea; desde el descubrir hasta el momento celebrativo ha de estar Jesús con nosotros.
La experiencia creyente del niño/a ha de ir creciendo y haciéndose más explícita en la medida en que este tome opciones personales concretas, tenga experiencias de comunicación y celebración con Dios…
Nuestra labor está en posibilitar medios para que esa religiosidad del niño/a sea potenciada y expresada. Es importante impulsar y desarrollar su creatividad para no hacer celebraciones “adultas”.
Celebrar no es el punto final del proceso, puede parecerlo, pero no se ha de reducir a ello, y puede darse en otros momentos del mismo.
En definitiva, celebrar es descubrir la presencia de Dios, sus pasos, sus huellas… en todo el proceso; reconocerlo en las personas, en la acción y en las actitudes. También es alabar, dar gracias a Dios por su apoyo y expresar la confianza en él.
Partiendo de sus intereses, de la realidad que viven, de lo que les afecta, de lo que expresan a través de juegos, con actividades o comportamientos especiales. Nos paramos a ver qué pasa a nuestro alrededor, qué hay detrás de cada cosa, de cada acontecimiento, lo que afecta a la vida de las personas.
Será el primer paso para que los/las niños/as se sitúen críticamente ante la realidad que les rodea.
Este Ver puede ser un hecho o situación que observemos, o algo que les preocupe, les inquiete... este momento debe ser especialmente dinámico, activo y participativo.
JUZGAR o REFLEXIONAR
La reflexión va íntimamente unida al descubrimiento. Reflexionar es pararnos a ver los sentimientos que produce en cada uno de nosotros y en los demás. Supone tomar una postura ante lo que vemos, personal y de grupo, pero será una toma de postura nacida del intercambio de opiniones, teniendo como referencia los valores evangélicos.
Supone un encuentro con Jesús; esto hará que la acción tenga luego un contenido y un sentido cristiano y evangelizador. Nos ha de ayudar a que surja nuestra inquietud.
El modo de reflexionar de los/las niños/as es, a veces, muy sencillo y simple; lo importante es que se haga, aunque utilizando medios y técnicas adecuados a su edad. No obstante, no nos podemos quedar en un simple captar los problemas o situaciones que afectan a los/las chavales/as; es necesario tomar conciencia de ello.
Hay que tener en cuenta que los/las niños/as “emiten juicios” muy rápidamente y la mayoría de las veces influenciados por los valores del medio que les rodea. Pero el/la niño/a es “sensible” a otros valores “mejores y más humanos”... Aquí es donde debemos ayudarle a descubrir los valores de Jesús, es el momento de encontrar unas referencias en el Evangelio.
ACTUAR o TRANSFORMAR
Desde lo que han descubierto y a la luz del Evangelio, los/las niños/as son capaces, personalmente y en equipo, de darse cuenta de lo que pueden hacer para transformar la realidad.
La acción transformadora debe ir encaminada a:
- Un cambio personal de los miembros del grupo
- Un cambio personal de otros niños/as
- Un cambio estructural de la sociedad
Por tanto, la acción transformadora será todo aquello que el equipo de niños/as vive y hace de cara a la transformación del ambiente que vive.
Toda acción, para que sea educativa, debe ser revisada, bien una vez realizada, bien a lo largo de la misma acción.
CELEBRAR
Puesto que evangelizar está en el trasfondo de todo el proceso, de toda nuestra tarea; desde el descubrir hasta el momento celebrativo ha de estar Jesús con nosotros.
La experiencia creyente del niño/a ha de ir creciendo y haciéndose más explícita en la medida en que este tome opciones personales concretas, tenga experiencias de comunicación y celebración con Dios…
Nuestra labor está en posibilitar medios para que esa religiosidad del niño/a sea potenciada y expresada. Es importante impulsar y desarrollar su creatividad para no hacer celebraciones “adultas”.
Celebrar no es el punto final del proceso, puede parecerlo, pero no se ha de reducir a ello, y puede darse en otros momentos del mismo.
En definitiva, celebrar es descubrir la presencia de Dios, sus pasos, sus huellas… en todo el proceso; reconocerlo en las personas, en la acción y en las actitudes. También es alabar, dar gracias a Dios por su apoyo y expresar la confianza en él.